PELÍCULAS PARA VER CON HIJOS: UN JEFE EN PAÑALES, NEGOCIOS DE FAMILIA.

Divertida secuela de   El bebé jefazo, que ya había dado pie a una serie de animación,   El bebé jefazo: Vuelta al curro. De nuevo el mismo director,  Tom McGrath, bebe en la misma fuente, los libros de  Marla Frazee, que guioniza el mismo colaborador,  Michael McCullers. Ni siquiera el compositor de la banda sonora original,  Hans Zimmer, ha querido perderse la función, aunque ha contado con la ayuda de otro colega, el desconocido Steve Mazzaro.

La idea es presentar a los hermanos de la primera entrega, Tim y Ted, ya adultos, pero distanciados por el paso del tiempo y sus distintas prioridades. En efecto, Tim sigue con su gran imaginación, que le convierte en estupendo padre de familia: casado con Carol, tiene dos hijas, Tabitha y Tina, la primera un geniecillo en una escuela de élite liderada por el doctor Erwin Armstrong, la otra una bebé. Por otro lado, Ted se ha convertido en un exitoso pero solitario hombre de negocios. El caso es que ambos hermanos tendrán que recomponer sus lazos de unión cuando les convoca Tina, que resulta ser una agente de BabyCorp, esa agencia que evita conspiraciones que puedan restar importancia a los bebés en el mundo.

En efecto, algo raro se cuece en las escuelas que tiene Armstrong, que reducen casi a cero la imaginación de los chicos que estudian allí, lo que podría formar parte de un maquiavélico plan de proporciones colosales. Tim y Ted volverá a la edad de antaño en su especialísima misión, al tiempo que Tim trata de entender mejor a su hija mayor, que está creciendo demasiado rápido.

McGrath vuelve a entregar una historia de acción trepidante y muy divertida, donde conviven los buenos sentimientos en torno al entendimiento familiar con el humor estilo cartoon y los juegos de palabras con diálogos rápidos y chispeantes. Las conexiones con el original, ahora con hermanitas, más los hermanos adultos que vuelven a la infancia, están conseguidas.

 

La estética continúa la línea del original, con algunas escenas oníricas muy imaginativas, como aquellas en que Tabitha debe superar la timidez para poder cantar en una función navideña. La trama quizá tenga algún elemento disparatado, pero es la excusa o mcguffin para avanzar a toda máquina de un modo que todo el film se pasa en un santiamén. 

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