Passepartout, mono tití adolescente, sueña con viajar por todo el mundo, pero en realidad nunca ha abandonado la pequeña isla en la que vive. Su madre sobreprotectora se enfada si se aleja demasiado y tiende a encerrarle en su habitación con una docena de candados en cuanto intuye algún peligro. Un día, Passepartout conoce a la rana Phileas, recién llegada al lugar, que por una apuesta intenta recorrer el mundo en ochenta días, diez menos que la última marca registrada, por lo que el primate decide seguirle. Les persigue un ratón policía que considera a Phileas el principal sospechoso de un robo al banco.
El francés Samuel Tourneux logró una candidatura al Oscar al mejor corto animado, con Même les pigeons vont au paradis, de 2007. Debuta al frente del largometraje con este film, con el que ha emulado la hazaña del español Enrique Gato con la saga de Las aventuras de Tadeo Jones, pues ha logrado cierto éxito más allá de sus fronteras, congregando a unos novecientos mil espectadores a escala internacional. Adapta con animales antropomorfos la clásica novela “La vuelta al mundo en ochenta días”, de Jules Verne.
No tiene tanta chispa como la producción española en formato de serie de los años 80 La vuelta al mundo de Willy Fog, servida por BRB, que inspiró a los productores de esta cinta para encargársela a Tourneux.
Quizás tenga un guión demasiado simplón, con bromas poco trabajadas. Pero tiene un mensaje positivo, sobre la importancia de cuidar las relaciones paternofiliales, pese a eventuales conflictos. Se ha cuidado al detalle la animación en 3D, con algunos elementos dibujados al estilo tradicional, como la espuma de las olas y las burbujas, lo que le da cierta originalidad al conjunto. También destacan algunos estrambóticos personajes secundarios, como unas gambas o el roedor que salvaguarda la ley.
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