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Películas emotivas para la familia: El pequeño Nicolás

 

La joie de vivre de René y Jean-Jacques

Una película de animación dirigida a toda la familia sencillamente memorable. Sabe atrapar toda la magia de los libros de la serie “El pequeño Nicolás”, escritos por René Goscinny e ilustrados por Jean-Jacques Sempé. Ahí está la mentalidad infantil y de la época a partir de 1955 en que nacen están historias, las diversiones, las travesuras, la imaginación, la familia –los papás y la abuela–, la escuela con la profesora simpática y el vigilante, el descubrimiento de las niñas, los campamentos...–, con toda la ingenuidad de la obra original y el trazo naïf de las ilustraciones.

Y al mismo tiempo, y aquí reside la incontestable genialidad del film, se nos habla de los autores Goscinny y Sempé, dos personajes más de film, con sus trayectorias personales y artísticas, incluido el fallecimiento prematuro del primero en 1977 –tenía 51 años en que le dio tiempo a crear a Astérix, Lucky Luke e Iznogud, entre otros personajes– y la necesidad de seguir adelante sin su amigo del segundo, que figura acreditado como autor gráfico del film, y que falleció apenas 3 meses después de que la película se presentara en el Festival de Cannes como sesión especial, a punto de cumplir 90 años; y más aún, la película sabe recoger además el proceso de creación artística, la confrontación con la hoja de papel en blanco, ya sea con los pinceles dispuestos a dibujar, o introducida en el carro de la máquina de escribir.

Aunque el subtítulo de la versión en español reza un adecuado “Las mejores aventuras se viven con amigos”, que realiza uno de los grandes valores presentes en el film, la amistad, ya sea la de Goscinny y Sempé, o a la de sus personajes, aún me gusta más el original, presente en una canción, y que dice “¿A qué esperas para ser feliz?”, todo un recordatorio de que esa alegría de vivir la labramos cada uno con nuestras acciones y decisiones.

Al igual que la obra original, cabe decir que el film consiste en una feliz combinación de buen guión e ilustraciones maravillosas, el primero obra de Michel Fessler, Benjamin Massoubre y Anne Goscinny, ésta hija de René, y la segunda dirigida por la animadora Juliette Laurent, todos coordinados por el citado Massoubre y Amandine Fredon. Funcionan muy bien los tres niveles narrativos, incluida la idea de que el pequeño Nicolás sea una especie de musa que interactúa con los artistas, y la de que las imágenes que recrean propiamente los libros de “El pequeño Nicolás” tengan un contorno en el cuadro que se difumina, de modo que cuando los personas se salen de ese contorno, antes de hacerlo, pierden el color y se adquieren un aspecto en blanco y negro.

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