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¿Cuánta agua deben tomar mis hijos?

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Una de las preocupaciones principales de las mamás es asegurarse de que sus hijos estén saludables y bien hidratados. La cantidad de agua que tus hijos deben beber varía según su edad y actividad. Aquí te ofrecemos una guía:

Bebés (0-12 meses): Los bebés obtienen la mayoría de su hidratación de la leche materna o fórmula. No es necesario proporcionar agua adicional en los primeros seis meses de vida. Si el clima es cálido o si el médico lo recomienda, puedes ofrecer una pequeña cantidad de agua, pero la prioridad es la leche materna o fórmula.

Niños pequeños (1-3 años): La Academia Americana de Pediatría recomienda que los niños de 1 a 3 años beban alrededor de 4 tazas (32 onzas) de líquidos al día. Esto puede incluir leche, agua y jugo 100% natural, pero se debe limitar el jugo a 4-6 onzas al día.

Niños preescolares (4-8 años): Los niños de 4 a 8 años deben consumir alrededor de 5 tazas (40 onzas) de líquidos al día. Al igual que en la etapa anterior, leche, agua y jugo 100% natural son opciones adecuadas. Evita bebidas azucaradas y fomenta el consumo de agua.

Niños en edad escolar (9 años y más): A partir de los 9 años, los niños pueden aumentar su ingesta de líquidos a alrededor de 7-8 tazas (56-64 onzas) al día. El agua sigue siendo la mejor opción, y puedes animarlos a llevar una botella de agua a la escuela.

Es importante recordar que estas son pautas generales y las necesidades de hidratación pueden variar según el nivel de actividad, el clima y la salud individual de cada niño. Observa las señales de sed y asegúrate de que tus hijos tengan acceso fácil al agua durante el día.

También ten en cuenta que los niños más pequeños pueden necesitar recordatorios para beber agua, ya que pueden estar demasiado ocupados jugando para darse cuenta de su sed. Además, enséñales a escuchar a sus cuerpos y beber cuando tengan sed en lugar de beber excesivamente.

Asegurarte de que tus hijos estén bien hidratados es esencial para su salud. Sigue estas pautas generales, pero recuerda que cada niño es único. Escucha sus necesidades y adapta la cantidad de agua según lo que sea mejor para ellos.